Estas Navidades he pasado unos días en una de esas ciudades que intuyes te sorprenderán. Y en efecto. Berlín, no sólo sorprende, sino que enamora y te sumerge en un lugar que rebosa creatividad a cada paso. Y allí, paseando por sus calles, descubriendo sus bares y sus tiendas, y cámara en mano he podido traeros un pedacito de ese Berlín vanguardista, atrevido, alternativo y lleno de vida!
Como podéis ver, el arte se respira en las calles. Cualquier pared, cualquier escalera… se convierte en un espacio sobre el cual crear y expresar. Y enmedio de esta galería de arte al aire libre, te encuentras con el rostro inocente de Ana Frank y te paras unos minutos porque tu mente regresa a las páginas de su famoso diario.
La huella de la historia adquiere su propio peso en esta ciudad. La zona del Muro de Berlín o el Monumento al Holocausto son de esas visitas capaces de erizarte la piel. El monumento en memoria de los judíos asesinados en Europa, obra del arquitecto Peter Eisenman, me gustó muchísimo. ¿Imagináis poder recorrer los pasillos de una cuadrícula de 2.711 bloques de hormigón de diferentes alturas? Muy arquitectónico y abtracto, caminar entre las losas de este monumento impresiona bastante.
Tras este viaje por sus calles, ahora os invito a adentraros en el corazón de sus bares y tiendas. En ellos me topé con diseños increíbles, con una visión muy atrevida y alternativa del diseño y la decoración. Estilo ecléctico vintage, modernista, roquero… Un antiguo edificio judío reconvertido en un centro comercial lleno de tiendas de aire muy innovador. En Berlín, todo es posible!!
Y así ha transcurrido mi primer viaje a la capital alemana, uno de esos destinos para repetir en los que te encuentras por todas partes estos simpáticos osos, mascota de la ciudad y símbolo de tolerancia. ¡Hasta la próxima!!